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En la antigüedad se denominaba enseñanza esotérica aquella que un filósofo reservaba a ciertos discípulos. Por el contrario, exotérico (con 'x') era la destinada a un auditorio más numeroso y variado.

El adjetivo “esotérico” (con 's') era asociado, de esta suerte, a un “saber reservado”, especie de patrimonio de un círculo cuyo acceso estaba subordinado a la decisión del maestro. De ahí la etimología, algo osada ciertamente, pero digna de meditación, propuesta por Jean Marquez-Riviere: La palabra esoterísmo viene del griego “eisotheo” “yo hago entrar”.

Si varios filósofos griegos dictaban cursos reservados de esoterismo sin considerarse por eso como instructores ocultos o maestros espirituales como Aristóteles, es innegable que el adjetivo “esotérico” y el sustantivo “esoterismo”, han inclinado irresistiblemente a asociarles la idea de algo secreto en el sentido de “oculto”.

Según los teóricos y adeptos del esoterismo tradicional, se trataría ciertamente de un conjunto coherente y bien estructurado, que forma un edificio imponente de verdades fundamentales las cuales, aún hasta hoy, se ofrecerían a un redescubrimiento por aquellos que son dignos de realizarlo.

Entonces insistimos, esoterismo evoca generalmente la idea de “secreto”, de disciplina del arcano, de conocimientos reservados. Es indiscutible que el misterio hace soñar, atribuye al mundo una dimensión de profundidad y que las cosas que nos son familiares pierdan fácilmente su atractivo, así también los esoteristas cultivan con agrado el misterio. En ningún caso es ilegítimo utilizar el término esoterismo en el sentido de enseñanzas secretas, “reservadas”.

Apreciados lectores de este sitio web, se les invita a aprovechar al máximo este extenso MANUAL VIRTUAL DE ESOTERISMO. Las fórmulas que se dan, en realidad son muy efectivas, pues contienen elementos que inducen a la armonización y a la elevación espiritual que, de hecho, induce a la consecución de lo esperado y de lo pedido.