Esta cruz que hago al rociar la puerta de mi casa (o de mi negocio) es la cruz donde murió Nuestro Señor. Padre San Silvestre, te ruego liberes mi casa (o mi negocio) y mi persona de todo malhechor, brujo o hechicero, de las malas influencias, de todo trabajo material o espiritual que me hayan hecho o me estén haciendo, de todo lo malo que alguien desee para mí o mi familia, líbrame de enemigos visibles o invisibles. Al Sagrado Corazón invoco para que con esta agua bendecir y espantar todas las cosas negativas. En el nombre de la Santa Cruz pido que en esta casa (o en este negocio) reine la paz, la armonía, la abundancia, la salud, el amor y el dinero. Y a los reyes del cielo, Jesús, José y María, pido que al regar solo riegue bendiciones y venga la buena suerte para todos. En el nombre de Nuestro Señor.
Seguidamente, un Padre Nuestro, un Ave María y un Credo.
Muy recomendable hacer esta oración, además de cualquier día, en un viernes santo, día en el cual se ensartan a amanera de pequeño rosario, siete ajos machos y se cuelgan a la entrada de la casa. Siete semanas después se botan en una corriente de agua (río o quebrada). Luego se toma el centro de una mata de anchicoria más tres hojas de ella y se envuelven en un pañito blanco, y se guardan en la casa.
